La
lectura de Steve nos lleva la reflexión, a la interiorización de lo que somos
como docentes en el momento presente, a través de un viaje retrospectivo a
nuestros inicios, con todos nuestros temores, ideales y errores.
Dada
la crisis económica de los setentas, casi al término del sexenio de Luis
Echeverría Alvarez, los gastos para la familia Hernández Arellano eran muchos,
el pago del préstamo hipotecario por la casa. Mi papá (qepd) era él quien
trabajaba y llevaba el recurso a la casa. Mi papá fue director de la Escuela
Primaria “Maestro Antonio Caso” durante 26 años, profesor fundador de la
Escuela Normal de Chalco (1962) trabajando 10 años en ella, y de la Escuela
Preparatoria de Amecameca (1965), en la que trabajó 24 años y fue decano.
Somos tres hermanos y tres
hermanas, soy el mayor. Para el ciclo escolar 1974 – 1977 ingrese a la escuela
preparatoria, había cumplido los quince años en julio de 1974. Dos de mis
hermanas estaban en el kínder, un hermano y una hermana en la primaria y mi
otro hermano en la secundaria.
Después de la comida, a fines de
enero de 1975, mi papá y mi mamá me dijeron que quieren hablar conmigo; me
acerco a ellos y me siento a la izquierda de mi papá y frente a mi mamá, en la
mesa. Mi papá me comentó que dados los gastos que tenía, le era difícil, así
que buscó donde trabajara; una opción era en la Compañía de Luz y Fuerza del
Centro, pero el problema que vio era el alcohol entre los trabajadores, la
otra, ser maestro, continuó diciéndome que mis vacaciones de la preparatoria
las emplearía para ir con él a la primaria para que los alumnos que tendría se
fueran familiarizando conmigo.
La
oportunidad de ingresar al magisterio se dio por el permiso de gravidez de la
maestra Beatriz Bello Huerta, del tercer año, grupo II. Así que el lunes
siguiente me fui a la escuela, llegue a la dirección, me recibió en la
dirección, nos encaminamos al salón y me presentó con los alumnos, y les
comentó que estaría con ellos, ya que la maestra se ausentaría por un permiso.
En
esos días previos al inicio de mi labor docente me costaba trabajo verme como
maestro, aunque tenía un modelo y ejemplo en mi papá. Después de regresar a la
casa, posterior a la comida, mi papá y mi mamá me preguntaban cómo me había ido
en la escuela, que había observado y cómo me había sentido. Más tarde iba al
estudio en donde, en base a lo que había dicho previamente, me daba
recomendaciones, sugerencias, y algunas notas que él hacía para mi y/o lecturas
para ir preparándome para el día en que, de acuerdo al nombramiento, tomaría al
grupo. Algunas de esas lecturas eran acerca de uno de los temas que ahora están
fuera de las normales, la paidología, es decir, el cómo tratar a los niños. Aun
con las lecturas y las palabras de consejo y apoyo de mi papá, tenía dudas
acerca de mi desempeño como profesor, mis pensamientos: la edad, mi preparación
académica, mi apariencia física. Una tarde se los exprese a esto a mis padres,
me vieron y me dijeron que confiara en mi.
Llegó
el nombramiento, y en la primaria mi papá me lo entregó, una semana antes, con
la formalidad que requiere tal evento. La fecha en que iniciaría clases es el
lunes 16 de diciembre de 1975. Ese lunes 9 de marzo, junto con el nombramiento,
mi papá me da los “Libros del maestro” de tercer grado. Como estaba tomando
nota del avance programático, esa semana previa empecé a escribir la planeación
semanal en un cuaderno profesional. Ya había visto como estaba estructurado, y
como se llenaba, tanto por la instrucción de mi papá, como el haber visto el de
la maestra ya que lo compartía conmigo en el recreo, para ver el desarrollo de
cada una de las clases. Mi papá me lo revisó el fin de semana. Hubo aspectos
que corregir.
Con
más nervios que dudas, me levanté más temprano que de costumbre. Mi papá ya se
había ido, pues entraba a las 8:00 a la secundaria, luego a las 9:00 a la
primaria. Llegue casi 10 minutos antes de las 9:00. Firme mi asistencia, en
esos años era un cuaderno en donde colocábamos nuestro nombre, firma y la hora
de entrada, posteriormente, la salida.
Al
llegar al salón, ya estaban algunos de los que serían mis alumnos, fueron
llegando los demás y a las 9:00, después de formarlos, ingresaron salón. La
primera materia que vería con los alumnos era la de ciencias naturales, el
tema, la caña de azúcar. Empezaba por
preguntarles a los alumnos si conocían el azúcar, si conocían de que planta
provenía, si sabía lo que es un ingenio, si conocían alguno; dichas preguntas
las escribí en el pizarrón. Las respuestas que iban dando, las escribí en el
pizarrón. Posteriormente amplié las respuestas de ellos. Les describí el
ingenio de Casasano, en el vecino estado de Morelos. Escribí el nombre del
dicho ingenio. El viernes 13 de marzo, la maestra había dejado de tarea los
derivados de la caña de azúcar. Así que les pedí que dijeran los derivados que
obtienen de ella. Dibuje en el pizarrón una especie de milpa, una flecha a otro
dibujo que representaba el ingenio y de estas líneas que salían de éste con las
respuestas de los alumnos. Explique cómo trabajaba el ingenio. Después les
pregunté si entendieron. Su respuesta fue no. Me preocupe, pero borre parte del
pizarrón y volví a explicarles, con otro esquema, más detallado, el trabajo del
ingenio, volviendo a solicitarles las respuestas a los alumnos y escribirlas en
el pizarrón. Volví a preguntar si entendieron. Otra vez su respuesta fue no.
Más preocupado, pero sin mostrarlo a los alumnos, borré lentamente el pizarrón
por completo. Pensé, ¿qué pasa? He de explicarles mal porque no están anotando
en su cuaderno, eso era un síntoma, para mí, de lo mal que estaba haciendo mi
trabajo, ya que con la maestra anotaban. Otro esquema mucho más detallado,
anotando cada uno de los elementos básicos del proceso de la caña de azúcar
hasta sus derivados, colocando ilustraciones de ellos. Fui muy oral, muy
explicativo y gráfico. Con cierto optimismo, pensando que por fin habían
entendido, pregunté, ¿ahora si entendieron? La respuesta fue la misma que en
las dos ocasiones anteriores, un rotundo NO, me angustié porque algunas de las
caras eran de molestia. Pregunte: ¿qué no entendieron?, la respuesta fue
generalizada ¡La letra maestro! Me volví al pizarrón y, a pesar de los días
previos con el grupo, ver a la maestra escribir en el pizarrón, yo escribí con
letra manuscrita. En ninguna de las clases la maestra escribía con esta letra,
pero en su planeación semanal sí. Por cuarta vez inicié el tema, con el mismo
esquema detallado, reescribí con la letra llamada “de molde”, y ahora sí, las
miradas de los alumnos era otra, y la respuesta a la pregunta fue “si maestro”.
Con dudas e incertidumbres inicie mi primer día de trabajo, el cual terminé más
tranquilo, y con seguridad en mí mismo.
Casi
al termino del ciclo escolar 1974-1975,
mi papá me dijo que estaba entre los maestros aprobados, que daríamos el Curso
de Regularización, la escuela era la
receptora de los alumnos de cada grado de las escuelas de la región, y que
tenía que ir a Toluca a la escuela primaria J.V. Villada durante dos sábados,
de 9:00 a 14:00 para recibir capacitación acerca de las metodologías para
regularizar a los alumnos. Trabaje las vacaciones julio y parte de agosto con
tercer grado, ese ciclo escolar y los ciclos 1975-1976 y 1976-1977.
Me
sentía muy bien en estos dos ciclos escolares que continuaron y en los que
cubrí por todo el año los grupos de tercer grado. En los que me ponía a jugar
futbol con ellos en algunos recreos, dependía de la tarea que tenía de la
preparatoria. Tiempo en los que salía de la casa de mis papás a las 8:40 de la
mañana y llegaba a las 8.10 de la noche. Así después de merendar, me iba a la
recamará que compartía con mi hermano Víctor Hugo, y ponerme a hacer las tareas
de la preparatoria y preparar los temas de las clases del día siguiente. Cuando
en la preparatoria no tenía mi grupo alguna clase, en vez de irme al patio a
jugar con mis compañeros o socializar con las compañeras, me quedaba en el
salón para empezar las tareas que había dejado en las horas de clase anteriores
o iba a la biblioteca para apoyarme de libros de texto para realizar las tareas.
Los consejos de mi papá estaban
dándome resultados con los alumnos. En caso de conflicto: Amor y apoyo,
paciencia con los niños, y sus notas acerca de la paidología. Otro importante
consejo, que mi papá me dio antes de iniciar mi trabajo docente fue: “ten mucho
cuidado con las alumnas de sexto, ya tienen otra forma de pensar, te verán con
otros ojos. Serás maestro, por lo tanto, entre tus alumnos y los alumnos de la
escuela hay un vínculo moral, mientras este exista, nada puede haber entre tú y
alguna alumna.”
Llega el fin del ciclo escolar
1976-1977, termino la preparatoria. Solicito examen en la UNAM para ingresar a
la carrera de medicina. No llega el sobre con el resultado del mismo. Pasan los
días, y no hay respuesta. Por fin, llegó un telegrama en el cual me informan
que dada la demanda que tiene la carrera, y que por el puntaje obtenido en el
examen no alcance el ingreso a la misma o alguna de las opciones que puse,
tengo que asistir al Palacio de Minería de la UNAM, en el D.F a las 5 de la
tarde.
Fotografía de fin del ciclo escolar 1976-1977. Me encuentro en la fila de arriba, el primero de izquierda a derecha. Frente a mí, mi papá, el Profesor Benjamín Hernández Castro. En la fila de abajo, mi hermana María Ivette, que terminaba el tercer grado.
Antes de irme, mi papá y mamá me
dicen que confían en la decisión que tome y que me apoyan. Llego a la reunión.
Después de explicarnos detalladamente que no estábamos rechazados, que
aprobamos el examen, que no tenemos lugar en la carrera ni en las opciones,
teníamos que decidir si la opción que nos quedaba la hacíamos válida, o nos
rechazábamos nosotros y esperábamos el próximo año para volver a sustentar el
examen.
La opción que hice valer fue
ingresar a la carrera de Física. Esta era otra de mis ideas para ser alguien en
la vida. El modelo de A. Einstein tomo sentido en mi vida, y con los
funcionarios que designó por facultad la UNAM, me registré para hace válido mi
ingreso a la carrera de Física en la Facultad de Ciencias. Llegué a casa cerca
de las 9:30 de la noche. Comunique a mis
papá lo que decidí, les dio gusto. Merendé en compañía. Mi papá me dijo que era
un reto lo que voy a estudiar. El era pasante
de Ingeniero Topógrafo y Geodesta por el IPN. En los días previos a mi
ingreso a la carrera, me dio algunos de sus cuadernos de notas, conforme a la
tira de materias. Para diciembre, me regalo un vehículo para ir a estudiar, un
Renault 10 Major1967.
Extrañaba a la escuela primaria, a
los alumnos. Ahora me enfocaba en ser físico, salir de la casa a las 5:00 de la
mañana, y regresar a las 15:30. Así pasaron cuatro semestres.
En las vacaciones del ciclo escolar
1978-1979 mi papá me informa que el director de la preparatoria donde estudie
quiere hablar conmigo de trabajo. Pienso en ser responsable del laboratorio de
Física, ayudante o adjunto. Voy a la cita con el director, el cual me dice que
hay oportunidad de trabajar como titular la clase de Física, ya que mi maestro
de Física deja algunas horas para ir a estudiar una Maestría en Matemáticas en
el CINVESTAV del IPN. Me explica el director que buscaron a un maestro de
física, y me encontraba estudiando esa carrera, así que era el candidato,
además, de voz de mi maestro de Física, tuve su recomendación. Otra vez se
presenta la docencia. Más tarde llega mi maestro de Física y se formaliza con
el permiso de él que me quede con dos grupos, 10 horas.
Ahora el clima de trabajo es
diferente. La adolescencia en pleno. El clima es hostil, ya que el maestro de Química pretende las horas. Aunque
él trabaja en la mañana en una Normal de Neza, y en la tarde en la preparatoria
de Amecameca, en su hoja de pretensiones coloca: 5 grupos de química en la
tarde y 3 grupos de física en la tarde. Lo hace de esta manera para que en
nombre suyo, un recomendado de él se quedase con las horas.
Inicio con los grupos 35 y 36 del
turno matutino el primer semestre. Es otro reto, ya que apenas había cumplido
los 20 años, a los más tenía una diferencia de 3 años con mis alumnos; uno de
los alumnos de ese año era 13 años mayor que yo. Lo que aprendí en la primaria,
lo adapté a este nivel de estudios. Nuevos consejos de mi papá, que para ese
año contaba con 14 años de experiencia en bachillerato. Mi horario era de 7:00
a 9:00 la mañana, regresaba a casa de mis papás para almorzar e irme a la
facultad. Entraba a las 11:00 horas y salía a las 16:00 horas.
Fue un año difícil, pues era un
salto muy grande, pasar de ser docente en la primaria, y después de la
preparatoria. Los alumnos con ideas propias, los que querían que de acuerdo a
su nivel económico, fuera su calificación; alumnas otro tanto. En la mañana
llegaban alumnos que no eran o no vivían en Amecameca, esto porque no había
tanto transporte como ahora. Grupos divididos por lugar de origen o
características física, por ejemplo, en el grupo 37 estaban los locos (por su
forma de ser, impredecible), los chocolates (por su tono de piel), los juchis
(provenían de Juchitepec), los ozumbas (provenientes de Ozumba), los chalcos
(provenientes de Ozumba); las alumnas, las locas (por su forma de ser y de
vestir), las antiguas (faldas largas, se sientan adelante, atentas a lo que
dice y escribe el profesor(a)), las modernas (se visten con lo más reciente de
la moda, se sientan atrás, hablan entre ellas), las juchis (provenientes de
Juchitepec), las conchitas (por el barrio del cual venían, en Chalco). En ese
grupo, no faltaba uno, era todo el grupo de compañeros, nadie se sentaba en
otro lugar que no fuera el que los líderes de cada uno de ellos habían
designado para ellos. Aquí tomó más sentido el tiempo y pensamiento que mi papa
aconsejaba. Costo trabajo hacerlos trabajar. Considero que me ayudo mucho.
Los consejos de mi padre en este
nivel son valiosos, también el poner en práctica las experiencias de la escuela
primaria. Para 1982 el Consejo Académico Universitario de la Universidad
Autónoma del Estado de México (UAEMex) me dan el documento de Definitividad en
15 horas clase, (el nombramiento de base) y el encargado del Despacho de la
Dirección me lo dio en sesión de Consejo Académico.
En 1984, con las reformas derivadas
de los Acuerdos de Cocoyoc, y de la reforma que en la misma universidad se
venía dando se inició el trabajo colegiado, la creación de las academias de
especialidad.
En acuerdo de la academia de
física, la presidencia de la misma me es asignada, el argumento, estoy
estudiando física y estoy actualizado en conceptos, teorías, escuelas del
pensamiento y procedimientos teóricos y de laboratorio. Permanezco en este
puesto hasta 1991. Durante este tiempo participé en la elaboración de los programas
de Física I, Física II, Física III para el bachillerato Ciencias
Físico-Matemático, y Física III para el bachillerato Ciencias de la Salud.
En 1987, en el mes de julio, la
Dirección de la Escuela Preparatoria me propone y apoya para asistir al evento
“Interamerican Conference Physics Teachers realizado en Oaxtepec, Morelos.
Estos son algunos de los momentos
más significativos en esta etapa inicial en mi labor docente en el nivel medio
superior. Inicié gracias a mi padre y las problemáticas económicas. Su apoyo
fue constante, sus consejos invaluables. Las experiencias de los primeros años
fueron de capital importancia, ya que al ver a los alumnos todo un ciclo
escolar es hermoso, ver su comportamiento, sus avances, sus dudas, sus
tropiezos es ver parte del desarrollo humano. Más aun cuando con algunos de
ellos nos encontramos en la preparatoria, de niños ahora verlos adolescentes.
También tristeza porque algunos de ellos no terminaron la primaria, otros la
secundaria. Esto se dio porque precisamente por los problemas económicos, los
padres de ellos los daban de baja de la escuela porque eran una carga, y para
que ellos no lo fueran se irían con ellos a trabajar, en el campo, en la
albañilería, la plomería, la carpintería, etc.
Esta reflexión acerca de mí en la
docencia me afirma en mi profesión, en hacer una autoevaluación, en tener el
valor de ver tanto lo positivo como lo negativo que soy o que tal vez fui. La
labor de enseñar es hermosa, noble, da muchas satisfacciones y para ello hay
que actualizarse, permanecer cercano a los discentes, Oírlos es muy importante,
ya que por una parte nos tienen confianza y comparten asuntos que tienen tanto
del orden familiar, de pares, económicos, sentimentales y hasta existenciales.
Ahora podemos entender un poco sus actitudes, sus miradas tristes, perdidas o
ausentes; porque reaccionaron de esta forma. Oírlos, escucharlos, atenderlos,
mirarlos a los ojos es una gran ayuda para ellos, en tomarlos en cuenta y para
ellos es muy importante.
El clima de represión que se da en la EPOEM
127 por parte de los orientadores causa en ellos molestia y rebeldía, en vez
que con su actitud los atraigan y les confíen a ellos su problemáticas.
La preparación del docente no debe
ser solo en cuanto a las metodologías, técnicas, estrategias, TIC, también en psicología, expresión
corporal, arte escénico. Ahora con las redes sociales, el correo electrónico,
los blogs podemos estar cercanos a ellos para lo que requieran.
Al igual que mi padre (qepd), la
profesión docente es tanto una vocación como un apostolado. “Magister puersit
est” El maestro es para el niño.