jueves, 10 de mayo de 2012

Mi confrontación con la docencia




            La lectura de Steve nos lleva la reflexión, a la interiorización de lo que somos como docentes en el momento presente, a través de un viaje retrospectivo a nuestros inicios, con todos nuestros temores, ideales y errores.



            Dada la crisis económica de los setentas, casi al término del sexenio de Luis Echeverría Alvarez, los gastos para la familia Hernández Arellano eran muchos, el pago del préstamo hipotecario por la casa. Mi papá (qepd) era él quien trabajaba y llevaba el recurso a la casa. Mi papá fue director de la Escuela Primaria “Maestro Antonio Caso” durante 26 años, profesor fundador de la Escuela Normal de Chalco (1962) trabajando 10 años en ella, y de la Escuela Preparatoria de Amecameca (1965), en la que trabajó 24 años y fue decano.

Somos tres hermanos y tres hermanas, soy el mayor. Para el ciclo escolar 1974 – 1977 ingrese a la escuela preparatoria, había cumplido los quince años en julio de 1974. Dos de mis hermanas estaban en el kínder, un hermano y una hermana en la primaria y mi otro hermano en la secundaria.

            Después de la comida, a fines de enero de 1975, mi papá y mi mamá me dijeron que quieren hablar conmigo; me acerco a ellos y me siento a la izquierda de mi papá y frente a mi mamá, en la mesa. Mi papá me comentó que dados los gastos que tenía, le era difícil, así que buscó donde trabajara; una opción era en la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, pero el problema que vio era el alcohol entre los trabajadores, la otra, ser maestro, continuó diciéndome que mis vacaciones de la preparatoria las emplearía para ir con él a la primaria para que los alumnos que tendría se fueran familiarizando conmigo.

            La oportunidad de ingresar al magisterio se dio por el permiso de gravidez de la maestra Beatriz Bello Huerta, del tercer año, grupo II. Así que el lunes siguiente me fui a la escuela, llegue a la dirección, me recibió en la dirección, nos encaminamos al salón y me presentó con los alumnos, y les comentó que estaría con ellos, ya que la maestra se ausentaría por un permiso.

            En esos días previos al inicio de mi labor docente me costaba trabajo verme como maestro, aunque tenía un modelo y ejemplo en mi papá. Después de regresar a la casa, posterior a la comida, mi papá y mi mamá me preguntaban cómo me había ido en la escuela, que había observado y cómo me había sentido. Más tarde iba al estudio en donde, en base a lo que había dicho previamente, me daba recomendaciones, sugerencias, y algunas notas que él hacía para mi y/o lecturas para ir preparándome para el día en que, de acuerdo al nombramiento, tomaría al grupo. Algunas de esas lecturas eran acerca de uno de los temas que ahora están fuera de las normales, la paidología, es decir, el cómo tratar a los niños. Aun con las lecturas y las palabras de consejo y apoyo de mi papá, tenía dudas acerca de mi desempeño como profesor, mis pensamientos: la edad, mi preparación académica, mi apariencia física. Una tarde se los exprese a esto a mis padres, me vieron y me dijeron que confiara en mi.

            Llegó el nombramiento, y en la primaria mi papá me lo entregó, una semana antes, con la formalidad que requiere tal evento. La fecha en que iniciaría clases es el lunes 16 de diciembre de 1975. Ese lunes 9 de marzo, junto con el nombramiento, mi papá me da los “Libros del maestro” de tercer grado. Como estaba tomando nota del avance programático, esa semana previa empecé a escribir la planeación semanal en un cuaderno profesional. Ya había visto como estaba estructurado, y como se llenaba, tanto por la instrucción de mi papá, como el haber visto el de la maestra ya que lo compartía conmigo en el recreo, para ver el desarrollo de cada una de las clases. Mi papá me lo revisó el fin de semana. Hubo aspectos que corregir.

            Con más nervios que dudas, me levanté más temprano que de costumbre. Mi papá ya se había ido, pues entraba a las 8:00 a la secundaria, luego a las 9:00 a la primaria. Llegue casi 10 minutos antes de las 9:00. Firme mi asistencia, en esos años era un cuaderno en donde colocábamos nuestro nombre, firma y la hora de entrada, posteriormente, la salida.

            Al llegar al salón, ya estaban algunos de los que serían mis alumnos, fueron llegando los demás y a las 9:00, después de formarlos, ingresaron salón. La primera materia que vería con los alumnos era la de ciencias naturales, el tema, la caña de azúcar.  Empezaba por preguntarles a los alumnos si conocían el azúcar, si conocían de que planta provenía, si sabía lo que es un ingenio, si conocían alguno; dichas preguntas las escribí en el pizarrón. Las respuestas que iban dando, las escribí en el pizarrón. Posteriormente amplié las respuestas de ellos. Les describí el ingenio de Casasano, en el vecino estado de Morelos. Escribí el nombre del dicho ingenio. El viernes 13 de marzo, la maestra había dejado de tarea los derivados de la caña de azúcar. Así que les pedí que dijeran los derivados que obtienen de ella. Dibuje en el pizarrón una especie de milpa, una flecha a otro dibujo que representaba el ingenio y de estas líneas que salían de éste con las respuestas de los alumnos. Explique cómo trabajaba el ingenio. Después les pregunté si entendieron. Su respuesta fue no. Me preocupe, pero borre parte del pizarrón y volví a explicarles, con otro esquema, más detallado, el trabajo del ingenio, volviendo a solicitarles las respuestas a los alumnos y escribirlas en el pizarrón. Volví a preguntar si entendieron. Otra vez su respuesta fue no. Más preocupado, pero sin mostrarlo a los alumnos, borré lentamente el pizarrón por completo. Pensé, ¿qué pasa? He de explicarles mal porque no están anotando en su cuaderno, eso era un síntoma, para mí, de lo mal que estaba haciendo mi trabajo, ya que con la maestra anotaban. Otro esquema mucho más detallado, anotando cada uno de los elementos básicos del proceso de la caña de azúcar hasta sus derivados, colocando ilustraciones de ellos. Fui muy oral, muy explicativo y gráfico. Con cierto optimismo, pensando que por fin habían entendido, pregunté, ¿ahora si entendieron? La respuesta fue la misma que en las dos ocasiones anteriores, un rotundo NO, me angustié porque algunas de las caras eran de molestia. Pregunte: ¿qué no entendieron?, la respuesta fue generalizada ¡La letra maestro! Me volví al pizarrón y, a pesar de los días previos con el grupo, ver a la maestra escribir en el pizarrón, yo escribí con letra manuscrita. En ninguna de las clases la maestra escribía con esta letra, pero en su planeación semanal sí. Por cuarta vez inicié el tema, con el mismo esquema detallado, reescribí con la letra llamada “de molde”, y ahora sí, las miradas de los alumnos era otra, y la respuesta a la pregunta fue “si maestro”. Con dudas e incertidumbres inicie mi primer día de trabajo, el cual terminé más tranquilo, y con seguridad en mí mismo.

            Casi al  termino del ciclo escolar 1974-1975, mi papá me dijo que estaba entre los maestros aprobados, que daríamos el Curso de Regularización,  la escuela era la receptora de los alumnos de cada grado de las escuelas de la región, y que tenía que ir a Toluca a la escuela primaria J.V. Villada durante dos sábados, de 9:00 a 14:00 para recibir capacitación acerca de las metodologías para regularizar a los alumnos. Trabaje las vacaciones julio y parte de agosto con tercer grado, ese ciclo escolar y los ciclos 1975-1976 y 1976-1977.

            Me sentía muy bien en estos dos ciclos escolares que continuaron y en los que cubrí por todo el año los grupos de tercer grado. En los que me ponía a jugar futbol con ellos en algunos recreos, dependía de la tarea que tenía de la preparatoria. Tiempo en los que salía de la casa de mis papás a las 8:40 de la mañana y llegaba a las 8.10 de la noche. Así después de merendar, me iba a la recamará que compartía con mi hermano Víctor Hugo, y ponerme a hacer las tareas de la preparatoria y preparar los temas de las clases del día siguiente. Cuando en la preparatoria no tenía mi grupo alguna clase, en vez de irme al patio a jugar con mis compañeros o socializar con las compañeras, me quedaba en el salón para empezar las tareas que había dejado en las horas de clase anteriores o iba a la biblioteca para apoyarme de libros de texto para realizar las tareas.

Los consejos de mi papá estaban dándome resultados con los alumnos. En caso de conflicto: Amor y apoyo, paciencia con los niños, y sus notas acerca de la paidología. Otro importante consejo, que mi papá me dio antes de iniciar mi trabajo docente fue: “ten mucho cuidado con las alumnas de sexto, ya tienen otra forma de pensar, te verán con otros ojos. Serás maestro, por lo tanto, entre tus alumnos y los alumnos de la escuela hay un vínculo moral, mientras este exista, nada puede haber entre tú y alguna alumna.”

Llega el fin del ciclo escolar 1976-1977, termino la preparatoria. Solicito examen en la UNAM para ingresar a la carrera de medicina. No llega el sobre con el resultado del mismo. Pasan los días, y no hay respuesta. Por fin, llegó un telegrama en el cual me informan que dada la demanda que tiene la carrera, y que por el puntaje obtenido en el examen no alcance el ingreso a la misma o alguna de las opciones que puse, tengo que asistir al Palacio de Minería de la UNAM, en el D.F a las 5 de la tarde.

Fotografía de fin del ciclo escolar 1976-1977. Me encuentro en la fila de arriba, el primero de izquierda a derecha. Frente a mí, mi papá, el Profesor Benjamín Hernández Castro. En la fila de abajo, mi hermana María Ivette, que terminaba el tercer grado.

Antes de irme, mi papá y mamá me dicen que confían en la decisión que tome y que me apoyan. Llego a la reunión. Después de explicarnos detalladamente que no estábamos rechazados, que aprobamos el examen, que no tenemos lugar en la carrera ni en las opciones, teníamos que decidir si la opción que nos quedaba la hacíamos válida, o nos rechazábamos nosotros y esperábamos el próximo año para volver a sustentar el examen.

La opción que hice valer fue ingresar a la carrera de Física. Esta era otra de mis ideas para ser alguien en la vida. El modelo de A. Einstein tomo sentido en mi vida, y con los funcionarios que designó por facultad la UNAM, me registré para hace válido mi ingreso a la carrera de Física en la Facultad de Ciencias. Llegué a casa cerca de las 9:30 de la noche. Comunique a  mis papá lo que decidí, les dio gusto. Merendé en compañía. Mi papá me dijo que era un reto lo que voy a estudiar. El era pasante  de Ingeniero Topógrafo y Geodesta por el IPN. En los días previos a mi ingreso a la carrera, me dio algunos de sus cuadernos de notas, conforme a la tira de materias. Para diciembre, me regalo un vehículo para ir a estudiar, un Renault 10 Major1967.

Extrañaba a la escuela primaria, a los alumnos. Ahora me enfocaba en ser físico, salir de la casa a las 5:00 de la mañana, y regresar a las 15:30. Así pasaron cuatro semestres.



En las vacaciones del ciclo escolar 1978-1979 mi papá me informa que el director de la preparatoria donde estudie quiere hablar conmigo de trabajo. Pienso en ser responsable del laboratorio de Física, ayudante o adjunto. Voy a la cita con el director, el cual me dice que hay oportunidad de trabajar como titular la clase de Física, ya que mi maestro de Física deja algunas horas para ir a estudiar una Maestría en Matemáticas en el CINVESTAV del IPN. Me explica el director que buscaron a un maestro de física, y me encontraba estudiando esa carrera, así que era el candidato, además, de voz de mi maestro de Física, tuve su recomendación. Otra vez se presenta la docencia. Más tarde llega mi maestro de Física y se formaliza con el permiso de él que me quede con dos grupos, 10 horas.

Ahora el clima de trabajo es diferente. La adolescencia en pleno. El clima es hostil, ya que el  maestro de Química pretende las horas. Aunque él trabaja en la mañana en una Normal de Neza, y en la tarde en la preparatoria de Amecameca, en su hoja de pretensiones coloca: 5 grupos de química en la tarde y 3 grupos de física en la tarde. Lo hace de esta manera para que en nombre suyo, un recomendado de él se quedase con las horas.

Inicio con los grupos 35 y 36 del turno matutino el primer semestre. Es otro reto, ya que apenas había cumplido los 20 años, a los más tenía una diferencia de 3 años con mis alumnos; uno de los alumnos de ese año era 13 años mayor que yo. Lo que aprendí en la primaria, lo adapté a este nivel de estudios. Nuevos consejos de mi papá, que para ese año contaba con 14 años de experiencia en bachillerato. Mi horario era de 7:00 a 9:00 la mañana, regresaba a casa de mis papás para almorzar e irme a la facultad. Entraba a las 11:00 horas y salía a las 16:00 horas.

Fue un año difícil, pues era un salto muy grande, pasar de ser docente en la primaria, y después de la preparatoria. Los alumnos con ideas propias, los que querían que de acuerdo a su nivel económico, fuera su calificación; alumnas otro tanto. En la mañana llegaban alumnos que no eran o no vivían en Amecameca, esto porque no había tanto transporte como ahora. Grupos divididos por lugar de origen o características física, por ejemplo, en el grupo 37 estaban los locos (por su forma de ser, impredecible), los chocolates (por su tono de piel), los juchis (provenían de Juchitepec), los ozumbas (provenientes de Ozumba), los chalcos (provenientes de Ozumba); las alumnas, las locas (por su forma de ser y de vestir), las antiguas (faldas largas, se sientan adelante, atentas a lo que dice y escribe el profesor(a)), las modernas (se visten con lo más reciente de la moda, se sientan atrás, hablan entre ellas), las juchis (provenientes de Juchitepec), las conchitas (por el barrio del cual venían, en Chalco). En ese grupo, no faltaba uno, era todo el grupo de compañeros, nadie se sentaba en otro lugar que no fuera el que los líderes de cada uno de ellos habían designado para ellos. Aquí tomó más sentido el tiempo y pensamiento que mi papa aconsejaba. Costo trabajo hacerlos trabajar. Considero que me ayudo mucho.

Los consejos de mi padre en este nivel son valiosos, también el poner en práctica las experiencias de la escuela primaria. Para 1982 el Consejo Académico Universitario de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex) me dan el documento de Definitividad en 15 horas clase, (el nombramiento de base) y el encargado del Despacho de la Dirección me lo dio en sesión de Consejo Académico.

En 1984, con las reformas derivadas de los Acuerdos de Cocoyoc, y de la reforma que en la misma universidad se venía dando se inició el trabajo colegiado, la creación de las academias de especialidad.

En acuerdo de la academia de física, la presidencia de la misma me es asignada, el argumento, estoy estudiando física y estoy actualizado en conceptos, teorías, escuelas del pensamiento y procedimientos teóricos y de laboratorio. Permanezco en este puesto hasta 1991. Durante este tiempo participé en la elaboración de los programas de Física I, Física II, Física III para el bachillerato Ciencias Físico-Matemático, y Física III para el bachillerato Ciencias de la Salud.

En 1987, en el mes de julio, la Dirección de la Escuela Preparatoria me propone y apoya para asistir al evento “Interamerican Conference Physics Teachers realizado en Oaxtepec, Morelos.

Estos son algunos de los momentos más significativos en esta etapa inicial en mi labor docente en el nivel medio superior. Inicié gracias a mi padre y las problemáticas económicas. Su apoyo fue constante, sus consejos invaluables. Las experiencias de los primeros años fueron de capital importancia, ya que al ver a los alumnos todo un ciclo escolar es hermoso, ver su comportamiento, sus avances, sus dudas, sus tropiezos es ver parte del desarrollo humano. Más aun cuando con algunos de ellos nos encontramos en la preparatoria, de niños ahora verlos adolescentes. También tristeza porque algunos de ellos no terminaron la primaria, otros la secundaria. Esto se dio porque precisamente por los problemas económicos, los padres de ellos los daban de baja de la escuela porque eran una carga, y para que ellos no lo fueran se irían con ellos a trabajar, en el campo, en la albañilería, la plomería, la carpintería, etc.

Esta reflexión acerca de mí en la docencia me afirma en mi profesión, en hacer una autoevaluación, en tener el valor de ver tanto lo positivo como lo negativo que soy o que tal vez fui. La labor de enseñar es hermosa, noble, da muchas satisfacciones y para ello hay que actualizarse, permanecer cercano a los discentes, Oírlos es muy importante, ya que por una parte nos tienen confianza y comparten asuntos que tienen tanto del orden familiar, de pares, económicos, sentimentales y hasta existenciales. Ahora podemos entender un poco sus actitudes, sus miradas tristes, perdidas o ausentes; porque reaccionaron de esta forma. Oírlos, escucharlos, atenderlos, mirarlos a los ojos es una gran ayuda para ellos, en tomarlos en cuenta y para ellos es muy importante.

 El clima de represión que se da en la EPOEM 127 por parte de los orientadores causa en ellos molestia y rebeldía, en vez que con su actitud los atraigan y les confíen a ellos su problemáticas.

La preparación del docente no debe ser solo en cuanto a las metodologías, técnicas, estrategias,  TIC, también en psicología, expresión corporal, arte escénico. Ahora con las redes sociales, el correo electrónico, los blogs podemos estar cercanos a ellos para lo que requieran.

Al igual que mi padre (qepd), la profesión docente es tanto una vocación como un apostolado. “Magister puersit est” El maestro es para el niño.




2 comentarios:

  1. Pues muy buen escrito Profe Benjamín y en lo particular comparto esa experiencia y esa timidez o ganas de dar una clase, así como los consejos que le dio su padre; como ahora el mio lo hace conmigo... Lo importante de esto es que nunca terminamos de aprender o sentir esa emoción y esa ilusión de conocer mas y pues el limite eres tu mismo :)

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  2. ¡Increíble! En ocasiones nos olvidamos de que no somos los únicos que luchamos para alcanzar nuestros sueños. Es sorprendente conocer un poco de la cronología de los docentes, en especial cuando tienen una formación que denominaría a base de golpes, porque eso es vivir recibir un golpe y reponerse, para después ser tu el que golpee. Gracias por compartirnos ésta historia, al igual que usted, cada uno de nosotros tenemos uno o más motivos por los que escogimos la majestuosa carrera docente, sin embargo, el mayor obstáculo se lo coloca uno mismo, es por eso que mi convicción es ser un "maestro de excelencia"

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